Historias de un Maestro (I)

Todo aquel que me conoce, sabe que aunque parezca mentira, llegué a ser profesor casi por casualidad, sin quererlo, sin ser un propósito. Tanto es así, que en un principio, incluso renegaba de la profesión más bella que existe, la de enseñar a los demás lo que uno sabe.

Con el tiempo he ido descubriendo un mundo que cada día me apasiona más, que me llena y me hace sentirme útil. Una profesión muy hermosa que me ha dado momentos muy gratificantes, y algún que otro berrinche, pero estos últimos no los tengo mucho en cuenta y los borro con facilidad gracias a la ilusión y el agradecimiento de mis alumnos y alumnas.

Los chicos y chicas de hoy en día, esos que tanto se critican en televisión y prensa, que se nos presentan como vándalos, caraduras, alcohólicos, drogadictos, vividores, consentidos y un largo etcétera, tienen ilusiones, si, aunque no las demuestren y no las exterioricen escribiendo grandes relatos o poemas rimados, tienen sueños, aunque no sean capaces de explicarlos con razonamientos bien elaborados, tienen valores, aunque no sepan o no quieran demostrarlos delante de sus iguales porque no está de moda, tienen tantas cosas que enseñarnos, que muchas veces no las descubrimos porque no queremos perder el tiempo descubriéndolas.

La gran mayoría de mis alumnos y alumnas viven en una confrontación continua de informaciones. Están bombardeados en televisión por una cuadrilla de personajes sin oficio ni beneficio, que se dedican a criticar y a despotricar, que no tienen ninguna educación y que sin embargo ganan tanto dinero, que me abruma incluso hacer una comparación con cualquiera de nosotros. Por otra parte, sufren diariamente una jornada de seis horas de clase, donde se les repite una y otra vez que deben estudiar, que deben ser educados, que deben tener hábitos de estudio diario, que deben ser responsables, que deben ser sinceros, que deben ser buenas personas, etc.....

Os propongo por un momento que os coloquéis en el lugar de los estudiantes que tienen 16 años, que están terminando la secundaria obligatoria y que están empezando a plantearse cuál va a ser el camino que sigan sus estudios con el fin último de tener un trabajo y una vida digna. ¿Qué piensan ellos cuando ven a personajes como Belén Esteban en sus televisores? ¿Qué piensan cuando ven que se aclama como a verdaderos héroes a un grupo de personas que lo único que ha hecho es estar encerrados en una casa o una isla durante varios meses?

¿No sería ya el momento que desde las instituciones que correspondan se acabara con todo ese tipo de personajes y programas basura? Sería un gran paso para la educación de este país.

Evidentemente, un gran porcentaje de los chicos y chicas son muy inteligentes y saben valorar las cosas como son. Saben perfectamente que ellos tienen que esforzarse para asegurarse un futuro que les reconforte y les llene y al mismo tiempo les de unas garantías laborales. Saben que ese no es el camino a seguir y que si tienen que tardar cuatro años en acabar bachillerato en vez de dos, pues deben hacerlo, por mucho que a ellos les cueste, porque a fin de cuentas será lo mejor a largo plazo.

Desde aquí os propongo una gran aventura y es que intentéis descubrir lo que hay detrás de la careta que aparentemente nos presenta la juventud de nuestro tiempo. Descubriréis a grandes personas detrás de esos pequeños alumnos y alumnas.

PD: Entrada dedicada a todos mis alumnos y alumnas del IES CARTUJA de Granada.