
La historia que os traigo, es una historia muy especial. Ahora que en la aldea del Rocío todo ha terminado, ahora que todo es tranquilidad, ahora que solo la visitan los almonteños y algunos turistas. Ahora os voy a contar mis vivencias, muy cortas porque un fin de semana por mucho que uno se empeñe solo dura dos días, pero muy intensas, muy especiales, muy llenas de momentos mágicos, porque el Rocío, como nos decía el bueno de Antonio Díaz, es eso, momentos que hay que vivir y disfrutar y que siempre sorprenden y emocionan.
C

Salimos el sábado, muy temprano, porque las ganas nos comian a los cuatro y desabamos estar ya allí, para vivir todo lo que mis padres y mis tios nos habian contado tantas y tantas veces.
Tras unas cuantas horas de coche atravesando toda Andalucía, antes de que dieran las 12 del mediodía, ya estabamos entrando en la aldea del Rocío, donde según leí en la prensa, sólo estaban unas cuantas personas, concretamente 1.500.008 personas.
La benemérita controlaba todas las entradas a la aldea y organizaba todo el tráfico, dando seguridad a la multitud tan grande de seres humanos que paseaban por las calles de la aldea en todo tipo de medios de transporte: caballos, carretas, charret (creo que se escribe así), mulas, etc...
Una vez instalados en las mágníficas instalaciones de "Curro Pataslargas", hombre honesto y servicial, que te da todo lo que tiene sin esperar nada a cambio, amigo de todo el mundo y conocidísimo en el Rocío, las chicas se vistieron de flamencas, mostrando una belleza sin igual que iluminaba las caras de mi primo y la mía, y nosotros nos ataviamos con nuestras gorras, camisas, botos y pa la arena. Ahora si eramos totalmente unos peregrinos más que llegaban a las arenas del Rocío, deseosos de llegar a la ermita para ver a la Señora de las marismas.
El camino hasta la ermita fue muy dificil de describir, pues nuestras miradas devoraban todo, ansiosos de experiencias. A medida que nos acercabamos a la ermita, en mi interior se instalaron unos nervios implacables que hacian que no se borrara de mi boca una sonrisa.
Antes de llega

Nos conto como hace unos diez años, cuando una de sus caderas le estaba haciendo la vida imposible, con unos dolores impresionantes, en el paseo que hay junto a la marisma, había plantados unos pequeños arbolillos que ahora dan una sombra magnífica. Pues bien, ese pequeño arbol, fue su compañero aquella madrugá de pentecostes cuando la Virgen paseaba por toda la aldea, fue su apoyo, su compañía, el paño de sus lágrimas, el consuelo de su dolor mientras esperaba a la señora y cuando ella llegó hasta el lugar donde estaban los dos, mi padre y su "arbolillo", allí, ella le habló y lo cautivó para siempre en su infinita bandad y amor. Allí lo hizo rociero, lo hizo un almonteño nacio en Graná, un peregrino para todos los siempres, en resumen lo hizo un hombre de fé.
A partir de ese momento, mis gafas de sol, se convirtieron en mi mejor aliado y creo que no fui el único que se alió con ellas para ocultar sus emociones.
Para no cansaros más os contaré que a partir de ese momento, todas los momentos fueron mágicos. Desde la entrada en la ermita y ver a la Señora, la convivencia con todos los amigos de la Reunión de mis padres y mis tios (así se le llama a la gente que se unen para convivir durante unos días en una casa del Rocío), los cantes con mi hermano, su compadre Antonio y mi cuñá Sonia, la vivencia de ac

Como vereis, ha sido un fin de semana Im-presionanate. Siento haberme extendido tanto, aunque me quedan algunos momentos que me guardo para mí y que a lo mejor otro día os cuento.
PD: Entrada dedicada a Fany, Merced, Sonia, Aroa, Pablo, Antonio yJesús. Todos sabeis lo que hemos vivido juntos y solo espero que la Virgen del Rocío os proteja, escuche vuestras plegarias y os tenga siempre bajo su manto de protección. Yo entre otras cosas le he pedido que haga que podamos pasar muchos mas rocios juntos.
Gracias a todos por todo.