sábado, 28 de enero de 2012

Esos locos bajitos

Quien no ha escuchado alguna vez la siguiente conversación entre dos amigas:
-Hola María; ¿Qué tal tu niña?¿Como esta? ¿Qué tiempo tiene ya?
-Pues está genial, tiene ya dos meses y no te lo vas a creer: YA HABLA. Y además está empezando a echar los pasos. Yo creo que ésta va a empezar a andar con 5 meses, como su hermano. Si es que mis niños son superinteligentes. Me he puesto en contacto con un psicólogo, muy bueno (de pago por supuesto) para que le pase unos test, porque si la niña es superdotada no podemos dejarlo, y mi Juan y yo, estamos por darle todo lo mejor a nuestra pequeña.

Como decía antes, es muy habitual escuchar esta conversación en la puerta de una guardería o en la sala de espera de un pediatra. Incluso diría más, seguramente todos aquellos que somos padres, en algún momento hemos presumido de la inteligencia de nuestros hijos, algo muy normal y que por otro lado, muestra el orgullo de unos padres hablando de sus pequeños. La dificultad aparece cuando la demostración de orgullo paternal, se convierte en un verdadero problema, cuando los papis se creen que tienen un hijo o hija con unas capacidades que solo ellos han visto y que intentan hacerlas especiales a pesar de las negativas de los especialistas en la materia.
Muchas veces pensamos que sería una suerte tener un hijo con altas capacidades (nombre que se le atribuye al niño/a con un coeficiente intelectual muy alto), pero nada más lejos de la realidad. En multitud de ocasiones estos pequeños tienen una gran cantidad de problemas en el colegio, con los amigos e incluso en su propio entorno familiar y sufren muchísimo por ello.
Suele ocurrir, que cuando en el colegio el maestro o maestra avisa a los padres para comentar ciertos temas importantes en la tutoría, y les comunica sus sospechas sobre la sobredotación intelectual de su hijo, aquello que era motivo de orgullo, se convierte en una gran preocupación. Desde ese momento las visitas a las páginas de internet que hablan sobre el tema son continuas y todo comienza a girar en torno a este diagnóstico profesional que en un principio augura un buen futuro para su hijo o hija, pero también aparece en sus cabezas la idea de la frustración y el fracaso por una adaptación inadecuada a su realidad.
Si es verdad que estos chicos son especiales, no sólo por su alto coeficiente intelectual, sino también por tener una visión de la realidad que dista mucho de la que tenemos los demás. Es por ello que necesitan cariño, no devoción, necesitan comprensión, no compasión, necesitan que estemos ahí para las cosas normales que día a día le suceden y le preocupan a cualquier niño o adolescente, necesitan que se les enseñe a convivir con sus compañeros y amigos, que se les muestre la vida como lo que es y no como una falsa realidad basada solo en expectativas de futuro
Ese es mi humilde punto de vista. Siempre he pensado que las personas más capacitadas, o como comúnmente se les conoce “genios”, dan mucho más de sí mismos, si en su vida son felices.



PD: Esta entrada es para TÍ. Un beso.